Estoy aquí en mi cuarto, solo, siempre solo, escuchando sonidos provenientes del disco en movimiento.
Se me antoja un cigarro, mi cuerpo lo pide, sentir el humo entrar y exhalarlo, ver como sale por los labios; es una sensación exquisita (para los que de vez en cuando nos gusta fumar) hacer eso cuando me siento así: indiferente.
Salgo a la calle a realizar la acción anterior, observo la calle frente a mi casa, volteo a los dos lados; ni un alma caminando, me gusta, nadie quien pueda interrumpir el ejercicio.
Entro a mi cuarto donde mis perturbaciones se desarrollan. Respiro, siento mi respiración desde mi estomago hasta mi pecho. Tiemblo, el cigarro altera más mi cerebro y me deprime, tal vez por eso no fumo en la escuela, pocas veces solamente pero la disimulo, la tristeza.
El silencio de mi habitación me gusta y lo percibo, es una buena tarde para leer.
Ya vendrán tiempos mejores…
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