Dicen en recolectivo si hay algo peor que un perdedor y pues si, efectivamente si, un gran, grandísimo cobarde como quien esto escribe. :(
Todos los pinches días es la misma mamada, ya lo he repetido un chingo de veces, obvio el día cambia pero es la misma mierda que no varía.
Con algo en el pecho atorado.
Todos los días un tipo se levanta y mira el espejo, cree que es un nuevo día y una nueva oportunidad en la que “ahora si será diferente”. Camina a buscar la ropa que usará en el transcurso del día y contempla los rayos del sol. Esperen… sintoniza el radio ya que le gusta una estación de conocida universidad en el DF. Mientras esto sucede mira –como ya se dijo- su cara en el espejo y cae otra vez en la cuenta que no es guapo, no es feliz, el poco varo que posee en unos días se acabará y para acabarla de chingar no es suertudo con las morras. ¡Damn!
Llega a la escuela y por unas horas se olvida de su patética vida, trata de buscar a esa chica que ha tratado de ver y de llegarle, pero no se ánima. Él cree que es una chica muy diferente, no se viste a la moda, no usa bolsa; trae una mochila- porque el 99.9% de las mujeres en estas épocas usa bolsa o bolso- su pelo no está sedoso (eso cree él), no usa ropa fashion, y no parece feliz, este tipo cree que está perturbada o que tiene problemas existenciales o con su familia, - creo que tampoco tiene muchos amigos- dice este sujeto, porque muchas veces la ve sola. Vaya tipejo.
Cuando sale de la escuela se dirige al internet más cercano a navegar y ver pendejadas, pues como es un solitario sin vida social prefiere gastar su tiempo de esa forma que llegar a su casa; donde el calor está de la chingada.
Este ente sin alma propia sale del café a eso de las 6 de la tarde. Va para su casa y llega a las 7, sin ganas, sin un motivo aparente. Sólo llega porque tiene que llegar. Come, ve pedazos de una pendejada titulada “a cada quien su santo”, termina de cenar y escucha una hora el radio. Finalizando la hora sintoniza el canal siete pues ya van a pasar los Simpson. Cuando acaban los de amarillo ya son las diez con quince minutos en el reloj. Toma una revista o el libro pendiente y trata de leer. A eso de las once cuarenta ya tiene sueño, hace los preparativos y apaga la luz. Es hora de dormir.
Que sujeto tan triste.
… ¡ah!, le gusta el rock and roll…
De amadres y un chingo.
Ya no puede terminar el “relato”.
Todos los pinches días es la misma mamada, ya lo he repetido un chingo de veces, obvio el día cambia pero es la misma mierda que no varía.
Con algo en el pecho atorado.
Todos los días un tipo se levanta y mira el espejo, cree que es un nuevo día y una nueva oportunidad en la que “ahora si será diferente”. Camina a buscar la ropa que usará en el transcurso del día y contempla los rayos del sol. Esperen… sintoniza el radio ya que le gusta una estación de conocida universidad en el DF. Mientras esto sucede mira –como ya se dijo- su cara en el espejo y cae otra vez en la cuenta que no es guapo, no es feliz, el poco varo que posee en unos días se acabará y para acabarla de chingar no es suertudo con las morras. ¡Damn!
Llega a la escuela y por unas horas se olvida de su patética vida, trata de buscar a esa chica que ha tratado de ver y de llegarle, pero no se ánima. Él cree que es una chica muy diferente, no se viste a la moda, no usa bolsa; trae una mochila- porque el 99.9% de las mujeres en estas épocas usa bolsa o bolso- su pelo no está sedoso (eso cree él), no usa ropa fashion, y no parece feliz, este tipo cree que está perturbada o que tiene problemas existenciales o con su familia, - creo que tampoco tiene muchos amigos- dice este sujeto, porque muchas veces la ve sola. Vaya tipejo.
Cuando sale de la escuela se dirige al internet más cercano a navegar y ver pendejadas, pues como es un solitario sin vida social prefiere gastar su tiempo de esa forma que llegar a su casa; donde el calor está de la chingada.
Este ente sin alma propia sale del café a eso de las 6 de la tarde. Va para su casa y llega a las 7, sin ganas, sin un motivo aparente. Sólo llega porque tiene que llegar. Come, ve pedazos de una pendejada titulada “a cada quien su santo”, termina de cenar y escucha una hora el radio. Finalizando la hora sintoniza el canal siete pues ya van a pasar los Simpson. Cuando acaban los de amarillo ya son las diez con quince minutos en el reloj. Toma una revista o el libro pendiente y trata de leer. A eso de las once cuarenta ya tiene sueño, hace los preparativos y apaga la luz. Es hora de dormir.
Que sujeto tan triste.
… ¡ah!, le gusta el rock and roll…
De amadres y un chingo.
Ya no puede terminar el “relato”.
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