Y empezaron a quemar a las
mariposas. Y él gritó “¡Nooooo! , por favor, no las maten, no las quemen. Son tan
indefensas. ¡Monstruos! “Y con lágrimas en los ojos gritaba que se detuvieran. Y
sintió mucha impotencia al ver que mataban a esos seres tan hermosos. Y él ahí
viendo, sintiendo todo el dolor de las mariposas; escuchando como gritaban y desgarraban sus oídos. Y a pesar de ser tan pequeñas él podía oírlas y
ver sus almas desvanecerse.
Y vio cómo
se extinguían esas vidas con el fuego. Como trataban de escapar de ese infierno en llamas. Como sus pequeñas
alas se volvían cenizas volando y desapareciendo de un lado para otro.
Y él arrodillado llorando.
Tan impotente, tan humano.
Y todas las mariposas tan
indefensas quemándose en el bosque por culpa de ese ser tan despreciable llamado hombre. Sin nada que poder hacer. Más
que morir muy rápido por el fuego.
Ese día el fuego acabó con
miles de mariposas en el bosque de las
esmeraldas.
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