Así iba un cuento:
La escena se desarrolla en el parque.
Estoy aquí sentado,
esperando a que me llamen. Veo como el sol brilla, los pájaros chillan y el
verde desborda en este agradable día. Las personas van y vienen. Me encuentro
en esta banca. Sobre una calle en la que los carros avanzan despacio. Ya que es
el parque y no está permitido que avancen rápido.
Estoy bien aseado (dentro
de lo que yo considero aseado y bien vestido) y limpio; camisa a rayas,
pantalón de mezclilla y zapatos negros bien boleados. Un pie descansa sobre una
pierna, los brazos extendidos tratando de abarcar todo el asiento. Una sonrisa
se dibuja en mi rostro. Observo cómo los coches avanzan y sigo esperando. Me
han dicho que así contactan estas mujeres. Me empiezo a desesperar y a agitar
mi dedo índice rápidamente, pero sigo esperando.
De repente veo una mano
que se mueve, que me llama desde un auto color gris plateado, es un jetta (desconozco sobre
autos, pero es el primer es el primer coche que me llega
a la mente). La mano es blanca y mediana (no sé qué otro adjetivo ponerle) y
lleva unos aros en la muñeca. Estos brillan al momento de llamarme. La dueña de
esa blancura es una señora de unos 35 a 45 años de edad. Y me están llamando
sus dedos, dedos delgados pero hermosos.
Me levanto y camino hacía
el carro…
Continuará…
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