Recuerdo cuando era niño y únicamente pensaba (en estas fechas) en que me trajeran algo, aunque fuera un carrito de esos (ya) de soldados con los mentados muñequito, ¡ahh! Y con la metralleta verde o negra atrás. Pero nel, no me traían ni madres, y ¡neta que yo si ponía mi cartita en mi zapato con todo lo que ello involucrara! Como buen niño siguiendo las reglas. Hasta me cuestionaba si había sido bueno o si me había portado bien.
En una ocasión, precisamente un seis de enero en la que desperté y no vi nada de regalos decidí ver que era lo que les habían traído los “santo reyes” a mis vecinos. Recuerdo bien como mi compañero, cuate (en esos años, ahora es un imbécil cualquiera) portaba con orgullo una metralleta negra, con lucecitas y sonido apantallador entre las manos. Lo cual por supuesto hizo que sintiera algo entre el pecho porque a ese cabron le obsequiaron algo y a mi no, snif. Y no fue envidia, ni enojo, a lo mejor tal vez, fue algo así como un nudo en la garganta (¿en el pecho? Jajaha, wtf) o una especie de tristeza porque pues no era o no fui un niño tan malo o tan mocoso del demonio y por lo mismo pensaba que me merecía alguna baratija hecha por algún ojos de cumpleaños.
Como a los tres días que junto para un carro de esos de (en esa época) cinco varos de plástico en un tianguis, con lo cual volví a ser feliz.
Solamente en dos ocasiones hubo algo al amanecer. La primera un carro acá tipo… -no se de coches-...tipo… stratus creo, je, o bueno, se parecía a los que salen en Need for speed; todo bien chingon con colores bien chidos. Ese carrazo hasta lo guardaba en una caja de zapatos para que no se fuera a desmadrar e incluso casi no lo jugaba. La segunda vez fue una especie de cuatricarro ¿Qué chingados es eso? O una cosa entre cuatrimoto y auto, asi como chico, jajaja, al que con dos pilas contaminantes jalaba al apretarle el botón de ON y realizaba piruetas y chillaba el motor bien mamalon. ¡Ah! Y era amarillo por cierto.
Lo curioso es que a pesar de que en estas fechas no recibía cacharro alguno los demás niños venían a jugar con nosotros ya que ellos mandaban a la verga los suyos. Y bueno, me las arreglaba o nos las arreglábamos mi hermano y yo para conseguir los mentados juguetes. Y por lo mismo teníamos una bolsa de costal más o menos decente de material para jugar largas horas. Ya fuera el día del niño, comprándolos, alguno que otro regalito por ahí teníamos para pasarla chido.
¿Entonces a que viene este post chaquetero?
Porque a pesar de todo se sentía medio gacho que Melchor y compañía si les diera algo a los demás niños y a mi no me trajeran ni madres.
En fin, no tuve muchos seis de enero y una vez pedí un gameboy color, cosa que (obvio) jamás me traerían jajaja, pero pues la intención y la ilusión eran lo que contaban.
Ya después te das cuenta quienes con los “reyes. Neta que esta chido tener esas ilusiones de chamaco, bueno es lo que yo creo. Porque a pesar de que me desilusionaban año con año, estaba chingon esperar el seis, seguir creyendo en ellos: a ver si ahora si me traen algo; ahora si ganamos el mundial, ahora si este presidente nos levanta, jajaja y demás cosas como despertarse temprano, la emoción, o los nervios por la espera.
Por eso estoy convencido de que no hay que quitarles esa ilusión.
Aunque ahora hay un chingo de escuincles que piden cada mamada como celulares, un ipod mp3, saldo o crédito ¡es lo mismo chingao!, los lentes de una tal patito y demás pendejadas propias de consumismo y la influencia de la tele.
¿Dónde quedaron esos años donde los niños pedían carritos, el ring con luchadores, la selva con animales, el helicóptero? Se fueron por el caño sin lugar a dudas.
Me pregunto ¿si neta se divierten con las pistas anoréxicas de hot wheels?
Yo me la pasaba chido con una camioneta de plástico que con esos autos anunciados espectacularmente. Porque los metía al lodo, a la tierra, los mojaba, los pateaba y seguían para un buen rato. ¡Aguantaban chido los putazos!
Sea como sea, estaba chido el seis de enero cuando yo era niño a pesar de lo ya mencionado atrás.
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